Los niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) presentan dificultades en el desarrollo del juego y de la imaginación (junto con las dificultades en la comunicación e interacción social). La restricción de intereses, el gusto por actividades repetitivas (como abrir y cerrar puertas, sacar y meter objetos), interés por movimientos giratorios (luces y sonidos que le sirven de autoestimulación) y la preferencia por un juego solitario son las características más comunes del juego en los niños con TEA.
¿Cómo potenciar esta habilidad en el contexto familiar?
A lo largo de todo el ciclo vital, el juego evoluciona en complejidad dependiendo e impulsando el desarrollo de esquemas cognitivos, sociales y comunicativos. Primero es necesario conocer en qué etapa del juego se sitúa el niño para plantear las actividades.
Juego motor-social
El juego motor-social es sencillo, ya que el que lleva el peso de la interacción es el adulto, y además, porque se dan ausencia de objetos. Este juego permite al niño aprender a jugar con los demás y aumenta la motivación hacia la interacción social. Ejemplos de este tipo de juegos son aquellos en los subimos al niño en las piernas mientras cantamos, le hacemos cosquillas, lo cogemos y le damos vueltas… hasta hacerlos más complejos como el pilla-pilla.
Juegos de imitación-contraimitación
Para adquirir múltiples aprendizajes, la imitación es muy importante. Por ello, hay que promover juegos que promocionen estas habilidades en los niños con TEA. Algunas actividades de juegos de imitación-contraimitación son por ejemplo imitar vocalizaciones (silabas o vocales) del niño al mismo tiempo, hasta que poco a poco, el niño establezca pausas, generando una especie de “protoconversación” en la que el niño hará una secuencia de sonidos, hará una pausa y lo imitaremos. Una vez que hayamos establecido el juego, el adulto en lugar de imitar producirá otra vocalización similar pero diferente. En la medida en la que el niño continúe el juego imitándonos estaremos favoreciendo los precursores de lenguaje. Este mecanismo se sigue cuando imitamos lo que el niño hace con objetos.
Juego con cuentos, ordenador y música
Dentro del contexto familiar, debemos incorporar momentos de juego con cuentos, ordenador y música, ya que estimulan múltiples habilidades. Empezar por cuentos que contengan una imagen por página e ir incorporando cuentos con más imagénes. Existen algunas canciones que permiten coger al niño de las manos y a enseñarle a gesticularlas como las de los “cantajuegos”.
Uso funcional de objetos
A menudo los niños con TEA no hacen un uso funcional de los objetos. Por ejemplo, el niño que da vueltas a las ruedas de los coches en lugar de hacerlo rodar por la carretera. Para estimular el juego en este nivel habrá que empezar por juguetes cuyo uso funcional tenga una consecuencia evidente, por ejemplo, apretar una tecla y que se produzca un sonido como en las granjas musicales. Progresivamente iremos enseñando al niño formas adecuadas de utilizar diferentes objetos.
Juego funcional con muñecos
En el juego funcional con muñecos primero propondremos una escena que conlleve solo un objeto. Por ejemplo, beber de una tacita de juguete, y más tarde introduciremos un muñeco, al que daremos de beber, hasta introducir más objetos fingiendo que movemos el café con la cuchara y después del damos de beber al muñeco. El objetivo fundamental de este nivel es promover las habilidades previas al juego simbólico, que es aquel en el cual se imaginan objetos que no están presentes y se atribuyen propiedades ficticias a las personas u objetos (por ejemplo, fingir que nos duele la barriga o que un lápiz es un avión). Para potenciar este juego podemos empezar por pequeñas acciones simbólicas y ver si el niño colabora o imita.
Juego de reglas
Junto con el juego simbólico, el juego de reglas es especialmente complejo para los niños con TEA, ya que las reglas no son visuales. En el contexto familiar se pueden estimular habilidades de comprensión de juegos de reglas convirtiendo lo auditivo en visual con ayuda de pictogramas, por ejemplo.