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Manifiesto de amor emocionalmente inteligente y presente

Carmen María León Lopa

Carmen María León Lopa

«Nunca sabemos cuánto mañana nos queda para decirle a nuestros seres queridos lo que nos importan.

Lo que sí sabemos con seguridad es que tenemos un único momento en el que vivimos plenamente. Un único momento que es ahora. Este ahora es un regalo que nos brinda la vida para que hagamos con él lo que más nos apetezca:

Para preocuparnos y angustiarnos por algo que no sabemos si va a suceder.

Para perdernos en reproches y rencores por algo que sucedió demasiado tiempo atrás.

O para mirar a los ojos a la persona a la que amamos de manera incondicional y decirle, de corazón a corazón, que nos encantaría que fuera nuestro compañero de camino… ¿siempre?

No, no siempre. Siempre está demasiado lejos en el tiempo.

Ahora.

Porque el ahora es libertad y presencia.

Libertad para decirte, como escribió Pablo Neruda, que para que nada nos separe, que no nos una nada. Me ofrezco a ti sin contratos, sin obligaciones, sin pretensiones de qué ocurrirá en un futuro. Solo ahora.

Te hablo con el pecho abierto, sin barreras, sin puertas cerradas, y te digo que hoy te pido que me dejes estar a tu lado porque verdaderamente es lo que deseo y lo que me gustaría que tú también desearas.

Presencia para confesarte hoy, no ayer ni antes de ayer, que no me gustaría llegar a mañana arrepintiéndome de haber perdido un solo beso, un solo te quiero o un solo eres especial y significas mucho para mí.

Y significas mucho para mí porque logras, tan solo con tu estar, que salga a la luz la mejor versión de mí mismo. Esa que se esconde tímidamente en lo más profundo de mí y que solo tú sabes sacar. Por eso, como dijo el poeta: te quiero no por quien eres, sino por quién soy cuando estoy contigo.

Ahora, aquí, en este momento, tú me haces ser mejor persona y yo me dejo hacer, dándote lo que tengo y abriéndome sincero a lo que tú me quieras dar.

Te ofrezco un amor tranquilo, sin pretensiones ni exigencias, que se nutra de cada momento y de cada experiencia. Te ofrezco mis luces y mis sombras y estoy dispuesto a acoger las tuyas, a crecer con ellas y a gozarlas.

Me comprometo a un presente, no a un pasado ni a un porvenir.

Pero eso sí, me comprometo a un hoy vivido contigo colgados de la intensidad de cada momento.

Y te pido… no te pido nada más… que lo que tú desees regalarme.

Nunca sabemos cuánto mañana nos queda para decirle a nuestros seres queridos lo que nos importan.

Por eso, hoy no quiero perder ni un solo instante más en decirte cuánto te amo y en preguntarte si tú sientes lo mismo o, al menos, algo parecido por mí.

Y si es así, te digo: toma mi mano y dame la tuya y disfrutemos juntos de este y de cada instante, como si fuera el único y el más especial de nuestras vidas».

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