Uno de los trastornos más desconocidos, el trastorno desintegrativo infantil (TDI), un trastorno ligado al autismo (TEA) en su primeras etapas de desarrollo. Este trastorno está calificado como enfermedad rara y aparece entre los 3 y 10 años de edad.
Hasta los 3 años, los afectados aparentan un progreso evolutivo normal. Sin embargo, pasada esta edad comienza a sufrir una pérdida y retraso en aspectos ya adquiridos como destrezas lingüísticas, motoras, conductuales y sociales.
Puede llegar a desencadenar la dependencia absoluta del niño/a, debido a la posible demencia con alucinaciones o percepciones irreales.
Aparición del trastorno desintegrativo infantil
Una vez cumplidos los 3 años, comenzamos a observar regresiones en sus habilidades, puede suceder de manera súbita o de manera paulatina. Una de las formas más rápidas de detectarlo, será en el lenguaje, dónde observaremos que ya no se comunican como lo hacía antes.
Además, comenzarás a notar un aislamiento severo en cuanto a su interacción social y desinterés hacia su entorno. Por lo que, no querrá relacionarse con otros niños incluso ni con miembros de la familia. El niño/a prefiere estar la mayor parte del tiempo solo.
A esto deberemos añadir, que de forma gradual pierden la motricidad fina y gruesa. Tienen dificultades para caminar y aparecerán balanceos a la hora de moverse. Cuando todo esto ocurra, el niño se sentirá impotente, ansioso, inquieto e hiperactivo, la impotencia será una de los signos claves en su comportamiento.
Signos clave para el diagnóstico del trastorno desintegrativo infantil
Para que puedas hacer una detección precoz o lo antes posible de este tipo de trastorno, te dejamos algunos síntomas para que te sirvan de guía en líneas generales:
- Pérdida parcial o total del lenguaje
- Retracción de las interacciones sociales
- Desinterés por el entorno próximo
- Movimientos repetitivos
- Pérdida de control de esfínteres
- Falta de empatía emocional o social
Tratamiento del trastorno desintegrativo infantil (TDI)
No hay un tratamiento que termine con este trastorno de forma definitiva, pero sí existen algunas formas de mejorar los síntomas, aunque el pequeño no llegue a recuperar del todo las destrezas pérdidas.
Por lo general, se recurre a las terapias de conducta y comunicación, incluso dietas especiales y medicina alternativa. También es recomendable recibir apoyo psicológico, tanto la familia como el paciente, para la aceptación de la involución.
Intervención con terapia conductual
La finalidad de la terapia conductual es facilitar al pequeño experiencias que favorezcan sus competencias comunicativas, además de enseñarle de nuevo reglas básicas de conducta y habilidades sociales fáciles de seguir. El trabajo con animales , como caballos o delfines son de gran ayuda.
En definitiva, se trata de procurar conseguir una mejor calidad de vida del niño/a y retrasar el deterioro de ciertas funciones como el habla o la motricidad.
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