cuento

Juegos de ayer y de hoy [CUENTO]

Cuento para que los niños valoren la importancia de pasar un buen rato con los abuelos, esos seres maravillosos que desean disfrutar su tiempo junto a ellos. Además de divertirse jugando, aprendiendo a aceptar que unas veces se gana y otras se pierde, que el buen rato vivido durante el tiempo de juego es lo realmente importante. Seguir leyendo

Las puertecitas mágicas [CUENTO]

Esta historia la inventé en honor a las librerías infantiles. Las puertecitas del cuento llevan a personajes de mis cuentos o de alguna escritora que conozco. Se puede adaptar a otros cuentos, abriendo nuevas puertas mágicas. Tras la lectura, pedid a vuestros pequeños que imaginen a qué otros cuentos les gustaría entrar, con quién se encontrarían y en qué momento de la historia. Tal vez inventen nuevos finales, incluso más divertidos que los que tienen actualmente los cuentos que conocen. Seguir leyendo

Otro punto de vista [CUENTO SUFÍ]

Dibujo: Jesús Sorroche Cuerva

Un hombre vio a un pastor subido en una escalera. Llevaba una cabra en brazos y le daba de comer de las tiernas ramas de un árbol. Cada poco tiempo y cuando el alimento se agotaba, se bajaba de la escalera y buscaba una nueva posición para que su animal pudiera seguir tomando jugosas hojas verdes.
– ¿Qué haces ahí subido a la escalera? – le preguntó el caminante.
– ¿No lo ves? – contestó el pastor -. Doy de comer a la cabra.
– ¿Y cómo se te ocurre hacer eso? – volvió a preguntar de nuevo -. ¿No ves que así vas a tardar muchísimo tiempo?
– ¿Y qué prisa tiene la cabra?”

(Cuento tradicional de Oriente)

Vivimos en el mundo del reloj convertidos en el Conejo Blanco de Alicia en El País de las Maravillas. Siempre deprisa, siempre corriendo y siempre con la sensación atragantada de que llegamos tarde a todos sitios. Ese exceso de actividad lo transmitimos a todos aquellos que nos rodean: a los viandantes con los que nos cruzamos por la calle, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestra pareja y amigos… y a nuestros hijos. Cada vez son más frecuentes los casos de niños que son presa de un ritmo frenético de actividad que los lleva de cabeza al paddle, al fútbol, al baile o a las clases particulares de algún instrumento o de algún idioma. No descansan, el tiempo libre para jugar o practicar alguna afición como leer, dibujar o hablar con los amigos escasea, se muestran irritables e irascibles, nerviosos e incluso duermen mal por las noches…

Quizá no es necesario forzar tanto, sobre todo si tenemos en cuenta que nosotros, los adultos, nos quejamos continuamente de esa falta de tiempo para, simplemente, no hacer nada. ¿Y si nos plateamos tener menos ocupaciones y disfrutarlas plenamente y, como dice el cuento, dar de comer a la cabra sin prisa alguna? ¿Y si nos esforzamos en reservar un pequeño espacio –tanto para nosotros como para ellos– para reposar, contemplar, disfrutar de una observación consciente de nosotros y del mundo?

Te animamos a empezar probando un paseo por el campo con tus hijos, disfrutando de todo lo que la naturaleza tiene que ofrecernos.